jueves, 5 de septiembre de 2013

Conoce al fundador del movimiento ecologista mundial

Barry Commoner (n. 28 de mayo de 1917; f. 30 de septiembre de 2012). Entre las muchas contribuciones que hizo al bienestar de la población mundial, está la fundación del movimiento ecologista. Sus trabajos, como científico, tuvieron un enorme impacto en concienciar a millones de personas (tanto en EEUU, como en el mundo) de la importancia que el ser humano tenía en configurar el ambiente. Es por ello que se le considera, con razón, como el fundador del movimiento ambientalista en el mundo.

Líder de una generación de científicos-activistas que reconocieron las consecuencias tóxicas del “boom económico” en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, Commoner fue uno de los primeros en promover el debate sobre el derecho de la opinión pública a comprender los riesgos de tomar decisiones en materia de ambiente.

En 1970, por el primer Año de la Tierra, la revista Time le dedicó la portada llamándolo “El padre de la ecología”.

Los ciudadanos tienen el derecho de conocer los daños que causan a la salud los productos que usamos en la vida diaria, sostenía Commoner: una idea ampliamente aceptada hoy en día, pero que en los años 50 y 60, en un país hipnotizado por las nuevas tecnologías en el mundo del automóvil, el plástico, los spray químicos y la energía atómica, eran en realidad revolucionarias y radicales.

Commoner no fue el único que hizo sonar la alarma pero fue sin duda el más eficaz en transformar el ambientalismo en una fuerza política y en 1980, aunque sin éxito, se postuló a la Casa Blanca.

El biólogo y profesor estadounidense indicó en su libro “El círculo que se cierra” cuatro leyes fundamentales de la ecología, que manifiestan que: todo está conectado con todo lo demás, todo debe ir a parar a algún sitio, la naturaleza es la más sabia, y no existen comidas gratis, en el sentido de que los recursos de la Tierra son limitados y hay que contener los despilfarros.
Barry Commoner fundó un movimiento que inmediatamente fue definido como radical y peligroso por la estructura de poder en EEUU. Los análisis científicos de su trabajo llevaban claramente a la conclusión de que las raíces de los problemas ambientales eran las relaciones de pode arraigadas en el mundo de la producción. Según Barry, la raíz del problema ambiental estaba ahí. Ello le llevó a movilizar a millones de personas que cuestionaron las estructuras dominantes en EEUU.

Predeciblemente, estas estructuras respondieron intentando desviar la atención de tal movimiento. Para este fin, promovieron movimientos ecológicos alternativos. Uno fue el movimiento maltusiano, que atribuía el deterioro del ambiente al crecimiento de la población. Según tal teoría, a más población, mayor deterioro del ambiente. Un derivado de este movimiento fue el movimiento anticrecimiento económico, que consideraba que el crecimiento económico en sí era dañino para el ambiente. Commoner mostró el error de los argumentos anticrecimiento, señalando que el problema no era el crecimiento, sino el tipo de crecimiento. Las necesidades del ser humano eran tan grandes que ello requería un crecimiento de la actividad económica, crecimiento, sin embargo, que debería ser distinto al actual, pero sería crecimiento. Sus trabajos científicos mostraban el error de las tesis anticrecimiento.

Otro movimiento que el establishment estadounidense promovió como alternativa a las posturas que consideraba amenazantes de Barry Commoner, fue el movimiento que consideraba el deterioro del ambiente resultado del deseo consumista de la población, responsabilizando a la propia población del deterioro del ambiente. Este movimiento enfatizaba y continúa enfatizando el cambio en los comportamientos individuales del tipo de consumo como la solución al deterioro ambiental. Barry mostró también en sus escritos el error de este tipo de argumentación que consideraba a las víctimas como las causantes de su desgracia (lo que en EEUU se llama “victims blaming”). Barry mostraba que en las sociedades capitalistas no es el consumo el que determina la producción (como los ideólogos del mercado asumen), sino que es la producción la que determina el consumo. Los que controlan el mundo de la producción controlan el tipo de consumo. De ahí que Barry Commoner se considerara más un rojo que un verde. Y le preocupaba mucho la deriva de los movimientos verdes en EEUU y en Europa. “Apoyó a todos los movimientos verdes pero le preocupaba su fácil coaptación debido a que se estaban alejando de la solución que él creía que exigía cambios más sustanciales de los que los movimientos verdes estaban ahora considerando. La crisis actual está mostrando que mi amigo Barry llevaba razón”. 

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