sábado, 7 de septiembre de 2013

Batalla abierta a favor y en contra de los biocarburantes ante la decisión del PE

en los próximos días, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa tomarán una postura sobre la iniciativa de la Comisión de recortar el uso de biocarburantes procedentes de cultivos. Mientras, detractores y defensores emiten informes en uno y otro sentido. Uno de Amigos de la Tierra insiste en la relación con la escasez de alimentos, además de cuestionar las reducciones de emisiones de GEI. Otro de Ecofys señala aspectos positivos que reducen la presión sobre la tierra, como los subproductos utilizados como pienso, y recuerdan que los biocarburantes solo contribuyen entre un 1 y un 2% en el alza de precio de alimentos.
Batalla abierta a favor y en contra de los biocarburantes ante la decisión del PE
El informe de Ecofys (Biofuels and food security: risks and opportunities) no es más que la ampliación del trabajo contenido en otro que presentó la misma consultora en abril, titulado Renewable energy progress and biofuels sustainability. En él concluían que “el análisis de diferentes escenarios muestra claramente que la expansión del uso de biocarburantes ha contribuido poco (entre un 1 y un 2 %) al aumento histórico del precio de los cereales que se dio entre 2007 y 2010”. El informe actual, encargado por la patronal europea del etanol (ePure) subraya estas mismas cifras y otras causas que influyen más en el alza de los precios de los alimentos: precios del petróleo y “factores sistémicos” asociados a la producción de alimentos, como escasez de materias primas, problemas en el transporte y costes de almacenamiento.

Ecofys plantea incluso que el desarrollo de los biocarburantes “contribuye a reducir el precio del petróleo, así como los de las materias primas alimentarias”. Se basan sobre todo en los subproductos derivados de la producción de biocarburantes, tortas y otros compuestos de semillas con altos niveles de proteínas destinados a la alimentación del ganado. El informe sostiene que la comercialización de estos subproductos evita la presión sobre la tierra y reduce la necesidad de cultivos, “algo que se debate ya en el Parlamento Europeo (PE) pero que muchas ONG se niegan a reconocer”.

Presión ante la votación del Parlamento Europeo
Uno de los objetivos de este tipo de informes es Influir en la votación del PE sobre las propuestas de la CE y las elaboradas por sus propias comisiones de Medio Ambiente y de Energía sobre la reducción de los biocarburantes de cultivos en los objetivos de renovables en el transporte para 2020

La otra gran cuestión a debatir es si el cambio indirecto del uso de tierras (CIUT) cuenta en el cómputo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los biocarburantes. Desde el otro lado, las ONG ecologistas también intensifican su campaña y lo más reciente (que no lo último, porque se avecinan nuevos actos e informes la semana que viene) es un estudio del investigador de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), Timothy Searchinger, dado a conocer por Amigos de la Tierra. El análisis mantiene la acusación a los biocarburantes de provocar hambre y pobreza y no reducir las emisiones de GEI.

Denuncia de un círculo vicioso
“El análisis aporta un componente todavía no explorado en el debate europeo: la reducción de GEI atribuibles a algunos agrocombustibles se hace a expensas de las poblaciones más pobres, se reduce la disponibilidad de alimentos y empeora su dieta”. Dicha conclusión extraída del estudio la explica así Amigos de la Tierra: “cuanto menos se deforesta y se destruyen ecosistemas, más se incrementa el problema del hambre, ya que los agrocarburantes desplazan campos dedicados al cultivo de alimentos; cuanto más se intenta evitar el hambre adicional, más emisiones de gases de efecto invernadero por deforestación y destrucción de ecosistemas”.

Amigos de la Tierra considera que “esta nueva perspectiva representa sin duda un elemento más a tomar en cuenta en la actual revisión de las dos directivas que regulan la utilización de agrocombustibles en la UE”, y que son las que se debatirán en los próximos días en el PE. El análisis de Searchinger, según la ONG basado en datos disponibles de varios estudios, en su mayoría encargados por la Comisión Europea, sostiene también que “de cada 100 calorías procedentes de trigo o maíz desviadas a agrocombustibles, 25 no se reemplazan en alimentos, por lo que hay menos disponibilidad de calorías, que repercute principalmente en los países pobres”.

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